jueves, 5 de junio de 2008

Notas de viaje 1

El director técnico de San Lorenzo es protagonista de una conferencia de prensa en la que comunica que una vez terminado el presente torneo, renunciará a su puesto.
Lejos, en una pizzería, dos hombres adultos observan este evento por televisión con respectivos vasos de vino firmemente agarrados. Se los ve ebrios, pero no al modo de un quinceañero escandaloso, sino más bien en un estado de ebriedad leve, pero eterna. Esa borrachera sin tiempo ni historia los asemeja un poco a Dios y otro poco a un barco envuelto en una neblina que le impide ver tanto su origen como su destino, de tal manera que la existencia de ambos pueda ser puesta en duda.
La boca del más viejo y calvo de los dos es un espectáculo repugnante. Cada tanto, acompañado por los chirridos de máquina mal aceitada que emite su garganta a modo de risa, despliega una dentadura color pavimento con varios baches.
El otro hombre bebe un trago de vino y declara: “Si yo soy hincha de San Lorenzo, voy a la casa con un garrote y le rompo todo.”
Desde el otro lado de la cortina de plástico que separa la cocina de la barra, uno de los dos hermanos que atienden el lugar esboza un pedido pacifista: “no inciten a la violencia, che.”
“Andá, Mahamba Gandhi.” “Andá, Mahamba Gandhi,” coincide el más viejo de los dos. “¿Qué, vas a está’ cuarenta días sin comé’ ahora?” “Andá Mahamba,” y con su retórica apabullante y letal, asesta el golpe de gracia: “¡Cuarenta días sin comé’ y sin birra tené’ que está’! ¡Sin birra!” “¡Uh! ¿Qué te parece Mahamba?,” desafía el primero.
“Yo sin birra puedo estar seis meses, qué cuarenta días…” contesta el multifuncional hombre, que ahora, luego de haber hecho doce repulgues de empanada a una velocidad sorprendente, lava platos al tiempo que controla el estado de cocción de una fugazzeta rellena.
El par de la barra no le presta atención. Regodeándose en su incuestionable victoria, se codean entre risas y exclamaciones. “¡Sin birra!” “¡Andá, Mamba!” “Sólo agua podés tomá’…” “Y no agua mineral eh, de la canilla,” agrega uno de los dos, ya no importa cuál. Ambos hablan con la misma ese resbalosa y babeada, y con la misma boca llena de saliva, cuyo burbujeo contra sus mandíbulas no sólo puede ser oído sino tocado (casi); transita patinoso por el aire, de la mano del vaho etílico que se zambulle en las narices de los presentes.
“Sí, la del Estado…” “La de AySA,” agrega el otro con tono irónicamente solemne. “Esa que no te hace nada,” prosigue su secuaz, sosteniendo el sarcasmo. Y finalmente, el remate: “¡No te hace nada bueno! ¡Ja! ¡Che Mamba, no te hace nada bueno esa!” “¡Andá, Mamba!,” exclama uno. “¡Andá, Mamba!,” coincide el otro.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me fascina tu mirada del mundo,

...en tus viajes y siempre.

sos el eterno cosmonauta

:)

(mi)